Las “Escuelas del Centenario” ocupan en Dolores Hidalgo una manzana completa ubicada a una cuadra de la Plaza Principal de la ciudad y fueron construidas para conmemorar el Centenario de la Consumación de la Independencia de México (1821-1921). Los Planteles Educativos llevan los nombres de Miguel Hidalgo y Costilla y Josefa Ortiz de Domínguez, pues originalmente el conjunto se diseñó como dos institutos: el primero para niños y el segundo para niñas.
Desde su concepción hasta su conclusión este inmueble educativo resulta ser un ejemplo único en su género y digno de rescatar su historia.
El hombre, el visionario de llevar a cabo este proyecto fue Ignacio E. Lozano, de 34 años de edad, originario de Marín, Nuevo León y residente en San Antonio, Texas, Director del periódico “La Prensa” y uno de los editores mexicanos más destacados en Estados Unidos en su época, y que además dirigió la Campaña, en aquel país, en pro de las Escuelas de Dolores Hidalgo, entre los años 1921 y 1923.
Ignacio E. Lozano visitó Dolores Hidalgo en 1921 con motivo de las festividades del Centenario de la Consumación de la Independencia de México y se percató que en la Cuna de la Independencia Nacional no existían instalaciones propias para la Educación Primaria. Fue entonces cuando germinó en la mente de este personaje la idea de la construcción de las Escuelas. Además, era la oportunidad de hacer partícipes a los ciudadanos mexicanos radicados en el vecino país del norte en un proyecto oficial de renovación y reconciliación posterior al conflicto armado de la Revolución Mexicana. Su periódico “La Prensa” sería el medio ideal usado para la promoción de la iniciativa. La caridad expresada a través del rotativo y la persona de su Director manejaron profundos sentimientos de destierro entre los mexicanos, de exilio, ostracismo y separación; sentimientos avivados por “un amor acrisolado por la lejanía de la Patria”.
El anhelo por un México mejor por parte de los mexicanos en los Estados Unidos, no hubieran dado los mismos resultados sin la iniciativa organizadora como la de Lozano, quien tenía el don intelectual y periodístico para dirigir campañas de este temperamento y era respetado entre esos gremios.
El busto de Ignacio E. Lozano, como benefactor insigne de la educación en Dolores, su amor por la matria –conjunto de madre y patria.- y por haber encaminado estos sentimientos de una manera eficaz y en beneficio de los niños, debería de ocupar un lugar especial en las instalaciones de las Escuelas.
Los dolorenses deben conocer un poco de la personalidad de Ignacio E. Lozano. Este filántropo era visto por el “pueblo mexicano” como el más alto exponente de la opinión pública de los mexicanos residente en Estados Unidos. Cada año Lozano y sus empleados organizaban una fiesta de navidad en el Teatro Nacional para regalar juguetes y dulces a los niños pobres mexicanos de San Antonio. Ignacio no solamente se preocupaba por la discriminación racial, la desigualdad social y la falta de recursos entre los mexicanos en Estados Unidos. También utilizó su periódico para auxiliar a los compatriotas necesitados en otras partes del estado de Texas. Durante septiembre y octubre recaudó más de tres mil dólares para los mexicanos damnificados después de que un huracán causó inundaciones y grandes daños en la costa texana.
A los dos meses, ya estaba Lozano prestando ayuda a la colonia mexicana de residentes de Veracruz, en México, después del terremoto del 3 de enero de 1910.
Su periódico plasma en sus notas cómo los niños quebraron sus alcancías para ayudar a la gente; los trabajadores donaron parte de sus exiguos salarios para contribuir en ayuda humanitaria. La Campaña recaudó $46,000 cuarenta y seis mil dólares en dos meses.
Lozano no se limitaba a estos gestos humanitarios. También poseía una librería, una imprenta, aparte de su periódico. La librería y la imprenta crecían día con día, y el tiraje de “La Prensa” se incrementaba. Lozano obtenía exclusivas de escritores ilustres para su Diario: Nemesio García Naranjo, Querido Moheno, por citar algunos, y nombraba corresponsales para las grandes ciudades como Nueva York, París y México.
Los lectores principales de “La Prensa” eran de Texas y otras partes de Estados Unidos, pero el Diario se fue expandiendo fuera de los límites fronterizos, una vez terminada la Revolución Mexicana.
Lozano sabía bien que su proyecto empresarial se complementaba y se sostenía de la “política de caridad”.
Así, la autoridad moral que la política de caridad le dio a Lozano y otros escritores de “La Prensa”, le permitió incorporarse a la política de los grandes acontecimientos en la Historia de México con una visión objetiva y ética, que pedía el cese de las hostilidades bélicas, que se implantara un gobierno justo emanado de la democracia para la restauración y concordia de la nación.
La campaña en pro de la niñez dolorense representa también otra faceta de servicio a la matria cuando Lozano se integra a la conocida tarea de rescatar las ruinas, o lo que queda, del Sistema Educativo Nacional, obra encomendada al Lic. José Vasconcelos. El oaxaqueño fue nombrado Rector de la Universidad Nacional de México y Secretario de Educación Pública por el Presidente Álvaro Obregón en 1921.
Su espíritu de preocupación por los refugiados y desafortunados fue una constante siempre presente en Lozano, y esta inquietud la unía siempre a la idea del mal gobierno, muy presente en la política del “Barón de Cuatro Ciénegas”, Venustiano Carranza, que no permitía la completa Libertad de Prensa, el regreso de miles de paisanos que habían tenido que abandonar sus hogares debido a la reyerta revolucionaria, y el legítimo traspaso del poder presidencial. Lozano utilizó su capital político y humano en junio de 1920. En esa fecha, el periodista visita a Adolfo de la Huerta, recientemente nombrado Presidente Interino -tras el derrocamiento de Carranza- y al General Álvaro Obregón, aspirante a la Primera Magistratura, cargo que asumiría cinco meses después. Era de todos sabido la ascensión de Obregón al poder. Lozano le dio amplia difusión en “La Prensa” a su larga conversación sostenida con el sonorense.
Lozano creyó que Obregón permitiría que periódicos como “La Prensa” se distribuyeran por toda la República y que los exiliados políticos pudieran ser repatriados a México. Álvaro Obregón también prometió reducir el Ejército y sostendría contra viento y marea la integridad a la Constitución Política de 1917.
Lozano regresó a San Antonio, Texas y denunció que: “nuestro país necesita escuelas…” y de esa manera comienza la Campaña de las “Escuelas del Centenario”. Lozano le dio expresión en su Diario a estos sentimientos, tocó las fibras sentimentales de los corazones de refugiados, exiliados y ausentes del destrozado país post revolucionario.
Los hechos, historias y anécdotas plasmadas en “La Prensa”, nos permiten deducir que muy probablemente Lozano le propuso esta idea a Obregón, en aquella visita de junio de 1920, junto con José Vasconcelos.
El 1º. de diciembre de 1920, Álvaro Obregón toma posesión para el periodo 1920-1924. Vasconcelos es nombrado Rector de la Universidad Nacional de México. Posteriormente, el 12 de octubre de 1921 se crearía oficialmente la Secretaría de Educación Pública, suspendida por Carranza, con miras a que la Federación coordinara la tarea educativa nacional. Puso al frente del nuevo organismo también al Lic. José Vasconcelos, un mentor con pensamiento e ideario creador. Este profesor y filósofo no se sumó al nacionalismo revolucionario, puesto que era uno de sus inventores. La Educación Pública se entendía como el elemento unificador de la nacionalidad y lo haría utilizando modernas técnicas pedagógicas. En esta “educación integral” se abrirían nuevas escuelas, bibliotecas públicas, teatros al aire libre, etc. El presupuesto estatal para la educación llegó a ser del 15%, cifra sin precedentes en su época.
Como Rector, en septiembre de 1921, presidiría los Festejos del Centenario de la Consumación de la Independencia de México en DOLORES HIDALGO, Guanajuato, junto con el director de “La Prensa”, a quien se reconocería como invitado de honor y representante oficial de México “del otro lado”. Lozano discutió ampliamente este tema con los funcionarios mexicanos cuando visitó la capital mexicana en febrero de 1921. El 12 de junio de aquel año, se instala la “Comisión Honorífica” de Seguín, Texas. En uso de la palabra, Lozano expuso el proyecto de las “Escuelas del Centenario” en Dolores Hidalgo, ante cuatrocientos mexicanos aproximadamente, estando presente el vicecónsul de México en San Antonio, Roque Almanza Gordoa. Después de un encendido discurso de amor hacia México, Lozano les preguntó a los ahí reunidos: “-¿Llevamos adelante este proyecto? ¿Si o no?”. Un efusivo y multitudinario: -“¡Si!”, recibió como respuesta.
La Campaña comenzó por medio de “La Prensa”, tomando como pie de fondo el remanente del dinero producto de la suscripción para las víctimas de Veracruz y una contribución de cincuenta dólares otorgada por la cementera Cruz Azul de Seguín, Texas.
Para fines del mes de julio de 1921, Lozano dio los primeros pasos para la construcción de las Escuelas, fecha en que salió para Dolores Hidalgo, Guanajuato, acompañado por un arquitecto.
Lozano le dio mayor impulso al proyecto cuando reportó que autoridades, como el Presidente Municipal, don Everardo Soto, y otros numerosos residentes de la Cuna de la Independencia mostraban entusiasmo y prometían apoyo para la obra. Anunció también que el Presidente Álvaro Obregón había dictado un acuerdo, por el cual el Gobierno Federal compraría y donaría el terreno para las Escuelas.
En el Acta de la Sesión Extraordinaria celebrada por el H. Ayuntamiento de Dolores Hidalgo del día 15 de septiembre de 1921, en el segundo punto de asuntos, podemos apreciar como el Presidente Municipal pide urgencia para destrabar los trámites con los propietarios de los predios y fincas en la manzana en donde se habían de construir los planteles educativos:
“Que se autorice un préstamo provisional de parte del Erario del Municipio, por la suma de $1,000 mil pesos a favor de las Escuelas del Centenario, a fin de cubrir desde luego con esto y $5,500 cinco mil quinientos pesos mas, que se han suscrito con el mismo carácter entre particulares, el 50% del valor de las fincas que componen la manzana 5ª del cuartel 2º entretanto se recibe del Gobierno Federal, que acordó el pago de dichas fincas, igual suma que deberá entregar desde luego, a fin de que los trabajos como lo desea el Sr. Ignacio E. Lozano, autor del Proyecto de las Escuelas del Centenario, se inicien sin demora. Que se autorice igualmente a la Presidencia para firmar en representación del H. Ayuntamiento las minutas de las propiedades que se vayan adquiriendo, en las cuales servirá de base a la forma en definitiva que para el pago comunique el Gobierno, y que igualmente se faculte al C. Presidente (Everardo Soto) para pedir a quien corresponda la Expropiación por utilidad pública de las fincas cuyos dueños se encuentren intransigentes en sus peticiones”
“… a la 2ª propuesta, recayó al siguiente acuerdo: Concedido con la única advertencia de que las minutas débense formular en forma tal que no comprometan los intereses del Municipio. Se concedieron por unanimidad al C. Presidente las facultades que solicitó…”
En caso de ser necesario, el Decreto de Expropiación por Causa de Utilidad Pública a que hace mención el Acta de Ayuntamiento, quedó establecido con el no. 95, expedido por la Vigésima Octava Legislatura del Honorable Congreso del Estado de fecha 19 diecinueve de noviembre de 1921 mil novecientos veintiuno.
Se encuentran registradas en el Protocolo Municipal, en fecha 9 nueve de enero de 1923 mil novecientos veintitrés, las Escrituras y los nombres de las personas que vendieron sus huertas o casas ante el Lic. Sabino Esqueda, Juez de Primera Instancia, encargado del Protocolo Municipal por Ministerio de Ley; ellos son: Carmen Alday viuda de Aguilar, Primitiva González, Ramona y Josefa Vázquez Tejeda, Francisco García González, Margarita Mújica, Antonio Sandoval, Manuela Rodríguez viuda de Grimaldo, María Enríquez, Albino Vázquez, Baltazar Aguilar, Mauro Rodríguez y Manuel Vértiz. Como comprador aparece el Lic. José Vasconcelos, Ministro de Educación de la Federación, a nombre y representación del Presidente de la República, Álvaro Obregón.
Así como con otros proyectos similares, el público correspondió con contribuciones, que sumaron alrededor de $40,000 dólares. Cientos de personas, sociedades mutualistas, periódicos locales y empresarios aparecieron en las listas de suscriptores que diariamente publicaba “La Prensa”.
Lozano regresó a Dolores Hidalgo en septiembre, en víspera de la Celebración del Centenario de la Consumación de la Independencia. El 15 de septiembre de 1921, las autoridades municipales le autorizaron a dar “El Grito de Independencia” por la noche. Doce días después: el 27 de septiembre, justo el día en que la Historia de México marca la Consumación de la Independencia 100 años antes, José Vasconcelos colocó la primera piedra y el diputado Crescenciano Aguilera, en representación del Gobernador del Estado, Antonio Madrazo, colocó la otra. Vasconcelos enunció un discurso elogiando a Lozano y a la colonia mexicana en los Estados Unidos:
“Quiero, Señor Lozano, que diga usted a la gran colonia mexicana residente en los Estados Unidos, que el gobierno de la República, a nombre de toda la Nación, agradece con ternura el obsequio de las Escuelas que se hace a la Cuna de la Independencia, y que procuraremos corresponder a este tributo de manera que, si por circunstancias especiales, los actuales mexicanos residentes en los Estados Unidos no reciben la recompensa a que son acreedores, si pueden contar con que sus hijos la recibirán, y que cuando ellos regresen a su patria, encontrarán que ella se encuentra a igual altura y civilización escolar que los Estados Unidos y grandes y fuertes en todos sentidos”.
Ignacio E. Lozano vuelve a Dolores Hidalgo para fines de octubre para seguir de cerca la construcción de las Escuelas.
El diseño del conjunto se gestó en el vecino país y se ideó en base al estilo usado de las instituciones educativas entonces en auge en Texas.
Se eligió para la construcción de Las Escuelas un magnifico predio ubicado muy próximo al Jardín Principal y la Histórica Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. El conjunto ocupa una manzana completa, con medidas de 126 X 106 m² aproximadamente, y los módulos se ubican al centro del predio rodeados de áreas abiertas. El área de servicios sanitarios, séptico, y bodega, se ubican entre los dos módulos de aulas de tal manera que al conjunto adquiere forma de “H”.
En el módulo que originalmente sirvió para la Escuela de niños, se diseña un Auditorio con capacidad para 200 personas y se construyen 9 salones con diferentes dimensiones y capacidades. Mientras que en el módulo de las niñas se disponen 13 aulas igualmente de diferentes dimensiones.
De tal manera que siguiendo esos parámetros el conjunto educativo fue erigido, importando la mayoría de los materiales del otro lado del Río Bravo: ladrillos, cancelerías, pisos de madera, los elementos de las instalaciones y hasta el mobiliario.
La colecta se cerró el primero de febrero de 1922, menos de ocho meses después de que Lozano anunciara el inicio del Proyecto. El cinco de noviembre, el administrador de la construcción, Ildefonso Saldaña. Llegó a San Antonio, para reportar que la obra estaba terminada.
Lozano anunció que la inauguración de los planteles se efectuaría a principios de 1923. Lozano viajo a Dolores Hidalgo el 21 de diciembre, mientras numerosas personas le siguieron el 6 de enero.
El día de la inauguración, el 9 de enero de 1923 fue lleno de emoción. Después del Acto Oficial en que lozano entregó las llaves del Edificio a Vasconcelos, los mexicanos que habían viajado desde Estados Unidos se dirigieron a la Casa que el Cura don Miguel Hidalgo ocupara en Dolores, donde se pusieron de rodillas. Hombres y mujeres lloraban, según las crónicas de la época.
En Ignacio E. Lozano, el autor de este trabajo de investigación quiere reconocer al hombre como empresario. Inherentes en el ser humano son los anhelos de prosperidad y felicidad. Lozano aprovechó su papel de líder de la comunidad en el extranjero movido por la causa de satisfacción de intereses personales. Pero no deja de reconocerse su labor altruista, humanista y filantrópica de su personalidad. Nobles sentimientos se despiertan cuando uno está más lejos de su “patria chica”, de sus familiares y del hogar. Hasta la fecha de esta edición periodística, nadie ha hecho algo similar a Lozano, ni en México ni en el extranjero.
(*) C. P. César Fernando Aguayo Juárez.
Diplomado en Cultura y Narración Turística.
Universidad de Guanajuato.
Diplomado del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) y
El Colegio de Michoacán A. C.
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Un especial agradecimiento al Profesor, Historiador e Investigador:
EMILIO ZAMORA.
De la Universidad de Texas, EE UU.
Conferencia: “Reseña Histórica de las Escuelas del Centenario”
13 de marzo de 2008. Dictada magistralmente en las Instalaciones del propio plantel, y a su insuperable trato personal y don de gente.
Fuentes consultadas:
“La Prensa”
Diario Popular Independiente.
Año VIII. San Antonio, Texas.
Ediciones del viernes 16 de septiembre y jueves 29 de Septiembre de 1921.
Biografía de Antonio E. Lozano. “Un hombre y un Periódico”
José Valadés.
Periódico “La Prensa”
San Antonio, Texas.
Edición del 13 de febrero de 1938.
Fototeca del
Archivo General de la Nación.
Enciclopedia “Historia de México”
Vol. 11 y 12.
Salvat Mexicana de Ediciones S. A. de C. V.
Edición 1974.
México. Nuestra Gran Herencia.
Selecciones del Reader’s Digest.
1973.
Tendencias Educativas Oficiales en México. 1911-1934.
La problemática de la Educación Mexicana durante la Revolución y los primeros lustros de la época post revolucionaria.
México, D. F.
Centro de Estudios Educativos.
Universidad Iberoamericana.
1998.